lunes, 2 de marzo de 2015

Si marcas tu vida al ritmo del compás de una risa, pasa, que cuando dejas de tenerla bailando en tu boca, tu vida deja de tener sentido, deja de estar viva. Como cuando te acostumbras a unas manos, y de repente se piran. Da la sensación que siguen ahí, quizá no sujetando tus caderas, pero sí comprimiendo tu pecho, haciendo que su ausencia te ahogue un poco más.

Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma... Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla, y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida.

lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Qué me ha pasado? La tristeza para mí ya es una rutina, y se está convirtiendo en odio, pero no contra ella, sino contra todo lo que hay a mi alrededor.
No es estar enfadada en sí, es tristeza. No es desilusión, es fracaso por no ver lo que quiero en el espejo, por ser lo que más odio.
Quiero ser alguien en la vida de alguien.
Quiero ser algo necesario,
como el oxígeno para el mundo
o el tabaco para los fumadores.
Quiero ser una brisa de aire
en una calurosa tarde de verano.
Quiero ser el cariño que desprende 
una madre a su hijo.

miércoles, 31 de julio de 2013

Siempre nos intentan comparar con alguien, en lo bueno o en lo malo, pero siempre somos comparados. Dicen que te comparan con personas mejores que tú para que te esfuerces más, pero no siempre es así. La sociedad te presiona para que seas la más guapa y delgada, pero cada uno es como es.

Tus padres te presionan para que seas la mejor de la clase, pero no todos podemos ser profesores, médicos o psicólogos. En esta vida tiene que haber de todo, si no, ¿Quién iría al mar a pescar ese pescado que tanto te gusta? o ¿quién te haría esa ropa tan bonita que llevas? No todos podemos ser iguales, cada uno es como es.

La sociedad os hace ser gente sin personalidad, porque si no llevas la ropa o el pelo como lo llevan l@s demás, ya eres rara.

domingo, 13 de enero de 2013

Volver a ser chiquitita, tener esa inocencia, sufrir porque tu madre no te da la merienda, esperar con ansia el día de los Reyes Magos, que no te rompa el corazón cualquiera porque te enamoras fácilmente, no tener tantas preocupaciones, no rayarte por cualquier cosa... Daría mi vida entera por volver a aquellos años.

Las cosas cambian. Crecemos y maduramos. Intento pensar que ya vendrán tiempos mejores, en los que siempre llegue a ser feliz y me importe una puta mierda lo que piensen los demás de mí. Pero no es así, vivo pensando todo el rato en lo que piensa la gente de mí. Intento pasar de esas cosas, pero no puedo. No me gusta que hablen mal de mí, intento ser perfecta a los ojos de los demás, pero solo consigo lo contrario.
Intento que las entradas de mi blog no hablen siempre de lo mismo. Que no sea todo monótono, pero es lo que siento, lo que necesito sacar de mi cuerpo.

domingo, 30 de diciembre de 2012

A veces, nos sentimos solos aun estando rodeados de gente. Si nos ponemos en contacto con ello, veremos en su origen es una sed de amor, muchas veces inconsciente. Si nos damos cuenta, podemos dejar de prostituirnos para conseguir afecto, de mostrarnos como no somos para que nos quieran. Cuando maduramos y buscamos llenar ese vacío. Estoy triste pero no soy mi tristeza. Me doy cuenta de que la emoción es un estado pasajero con el cual no me identifico. Esa ansia de amor insatisfecha ya no es tan dramática y vamos sanando la neurosis. Cuando maduramos y abandonamos el control sobre nosotros mismos, dejamos que el orden cósmico, la naturaleza o Dios tome el control. Entonces, todo fluye de una forma divina.
Madurar es aceptar lo bueno y lo malo de la existencia con la confianza en que, en realidad, no pasa nada. Intentar evitar el sufrimiento no es bueno porque no lo lograremos jamás y, encima, perderemos la conciencia de la vida. Cuando aceptamos lo que más tenemos, la muerte, estamos preparados para vivir cabalmente.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Me siento delante del ordenador, contemplo la pantalla en blanco y lo que veo es el reflejo de mi vida. Todo es monótono, todas mis acciones y mis deseos. Las comidas de Navidad son iguales: Nos sentamos alrededor de una mesa a comer y a charlar, pero siempre de lo mismo: política, las notas...
Me encantaría cambiarme por una semana con otra persona, para ver simplemente como vive y que esa persona esté en mi cuerpo.
Así no se reirían tanto de las personas con unos kilos de más.